LEYENDAS DE NUESTRO CONTINENTE 1

La leyenda de caá (1)

Un día Yací (la luna) decidió bajar a la tierra a dar un paseo. Mucha curiosidad tenía por ver los ríos, los bosques y las selvas. Ella los veía desde arriba si pero de noche no podía distinguir el color de las flores ni escuchar el canto de los pájaros, que a esa hora dormían por eso se pasaba las horas triste con la cara pálida mirándose en el agua, conversando con los sapos y viendo como los y isondúes (2) titilaban en la oscuridad como estrellas desparramadas. A veces se filtraba entre las hojas de los árboles y penetraba en la selva o curioseaba adentro de las chozas de los hombres.  Pero… ¡Todos dormían! Yací quería conversar con sus hijos, saber que hacían y qué pensaban, recorrer los distintos lugares que Araí (la nube) le contaba eran tan lindos de día. Así que decidió bajar con ella para que nadie las reconociera. Ambas tomaron forma humana. YacI se convirtió en una hermosa mujer rubia y Araí en una preciosa morena.

Sí, todo era distinto. Ella vestía de misterio la noche aureolada de plata los árboles y ayudada por la brisa hacía danzar las sombras con formas extrañas. Las aguas eran espejos bruñidos y los irupés temblaban apenas y los remansos de los ríos empapados de luz pero escondían sus flores y Yací se quedaba sin verlos de día. En cambio el sol devolvía a esas aguas el azul del cielo; abrían las flores del irupé y teñía de rojo, de amarillo, de verde y mil colores toda la selva. El canto de los ruiseñores jilgueros y piriríes (3) llenaban de música todos los rincones. -¡Qué maravilla!- decía Yaci, que no se cansaba de mirar y mirar tanta belleza.

Andaban así paseando por la perfumada selva, entretenidas ante tanto bullicio. Tan entretenidas que no vieron a un yaguareté que justo en ese momento iba a lanzarse sobre ellas. Pero en ese mismo instante un viejo indio sorprendió al animal en acecho, le disparó una flecha que lo hirió en un costado. El yaguareté que no se dio por vencido, lleno de furia se abalanzó sobre el anciano al tiempo que éste le arrojaba una nueva flecha y esta vez él dio en el blanco. Todo fue muy rápido y cuando el indio se volvió hacia las jóvenes ya no estaban. Araí y Yací habían recobrado su forma natural y miraban todo desde arriba.

Esa noche cuando el viejo indio dormía Yací y Araí se le aparecieron el sueño y le dijeron quienes eran queremos agradecerte buen “paí” lo que has hecho, has expuesto tu vida por defender a dos indefensas mujeres por eso vamos a hacer de un regalo digno de tu noble corazón.

  • En guaraní yerba mate
  • En guaraní significa gusano de luz, este pequeño insecto tiene la cabeza brillante y el resto del cuerpo salpicado por una cadena de veintidós lucecitas brillantes.
  • Variedad de pájaro

Del libro de Neli Garrido de Rodríguez, Leyendas argentinas. Editorial Plus ultra

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