Novelas argentinas

El río oscuro

De Alfredo Varela

Varela retrata en profundidad los oficios en el infierno verde: el tarefero que corta y quiebra la hoja, el urú a cargo del secado en la barbacuá, el hachero, el carrero y el jangadero de la producción maderera. Los une la miseria y la explotación extrema. “El criollo yerbatero, con fama de haragán, trabaja 16 horas por día”. Ganan moneditas. O ni eso: los patrones les pagan con vales que deben canjear por mercadería en las proveedurías de los mismos explotadores. Los Herrera Vegas, los Gramajo, los Martín, auténticos señores de horca, cuchillo y látigo cruel del capanga. Familias de estrecha y próspera alianza con la policía, los jueces y los políticos de turno.

En una de sus expediciones, Varela llega a San Ignacio y conoce el sindicato de trabajadores agrícolas. La sede es un ranchito muy modesto. A la casita de techo de paja peregrinan hombres, mujeres y gurises de gastadas alpargatas, bombachas ‘archiusadas’ y sonrisas pálidas. Discuten de política y bailan polkas. Algún sapucai salvaje suena como grito de lucha contra los explotadores. Al cierre de la crónica, Varela los despide: “Hospitalidad abierta, franca, la de estos trabajadores sencillos y dignos que, avergonzándose de no poder ofrecer otra cosa, brindan al amigo su pobre rancho, el mate cordial, el yopará humilde, y su mano grande, ruda y ajetreada, como su vida.” 

Fuente: https://www.tiempoar.com.ar/cultura/alfredo-varela-y-el-canto-triste-del-pobre-mensu/

DEL PAPEL AL CELULOIDE

Las aguas bajan turbias de Hugo del Carril, director, actor y cantor de tango, peronista. La película está basada en la novela El río oscuro, del escritor y militante comunista Alfredo Varela. Estas dos expresiones culturales representaban líneas enfrentadas en la arena política de aquellos años. Sin embargo, ambas coinciden en contenidos y visiones sobre ciertos fenómenos histórico-sociales que (expresándose en el plano cultural) tuvieron y tienen importancia en el conocimiento de los afluentes de la cultura popular argentina y de su problemática. Siendo ésta una coincidencia esencial en la concepción de ambas obras.

El conflicto social que traducían ambas obras era expresión de procesos de larga data en la formación social argentina desde el siglo XIX: la vida y condiciones de trabajo de los mensúes, así como las características de la cultura guaraní y criolla del nordeste argentino de la que formaban parte. Las luchas en los yerbatales misioneros adquirieron visibilidad e impactaron en la vida política desde inicios del siglo XX. En particular, con su agudización en los últimos años de la década 20 y los efectos de la crisis mundial. Sin embargo, la repercusión en los años cuarenta de la novela y luego su traducción fílmica en los años 50 implicó una recepción recortada pero centrada en las condiciones de explotación. En el caso de la película, una versión tamizada por la percepción de un pasado que aparecía superado por las migraciones internas, la inserción urbana y las políticas peronistas.

Y: https://revistalamarea.com.ar/de-el-rio-oscuro-a-las-aguas-bajan-turbias/

UNA ANÉCDOTA

En los comienzos de 1950, durante el Gobierno peronista, Alfredo Varela estuvo preso por orinar, junto al cantautor folclórico comunista Atahualpa Yupanqui, frente a la embajada de los Estados Unidos. Mientras estaba encarcelado, el famoso cantante, actor y cineasta Hugo del Carril decidió llevar al cine su novela El río oscuro. Después de visitarlo en la cárcel para conseguir su permiso y trabajar en el guion, Del Carril, reconocido peronista y amigo personal del presidente Juan Domingo Perón, intercedió por Varela para conseguir su libertad. Fue directamente a hablar con Perón. Este le preguntó por qué estaba preso Varela. Al decirle que era porque había orinado frente a la embajada estadounidense, Perón se rió a carcajadas y le respondió: «Mire, al final somos todos un poco comunistas, si al final lo que buscamos es la justicia social».

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